Thursday, May 2, 2013

Poemas Narrativos

El señor don Gato
Anónimo

Estaba el señor don Gato,
estaba el señor don Gato,
en silla de oro sentado,
miau, miau, mirrimiau,
en silla de oro sentado,
calzando medias de seda
y zapatito dorado,
cuando llegó la noticia
que había de ser casado
cin una gatita parda,
hija de un gato romano.

El gato, con la alegría,
subió a bailar al tejado;
mas con n palo de dieron,
y, rodando, vino abajo,
se rompió siete costillas
y la puntita del rabo.

Llamaron a los doctores,
médicos y cirujanos;
mataron siete gallinas
y le dieron de aquel caldo.

Le llevaron a enterrar
al pobrecito don Gato,
le llevaban en hombros
cuatro gatos colorados.

Sobre la cajita iban
siete ratones bailando
al ver que se había muerte
aquel enemigo malo.

Anónimo. Poesías para niños. México D.F.:Editorial Epoca, pg 22-23


A Margarita Debayle
de Ruben Darío

Margarita está linda la mar,
y el viento,
lleva esencia sutil de azahar;
yo siento
en el alma una alondra cantar;
tu acento:
Margarita, te voy a contar
un cuento:

Esto era un rey que tenía
un palacio de diamantes,
una tienda hecha de día
y un rebaño de elefantes,
un kiosko de malaquita,
un gran manto de tisú,
y una gentil princesita,
tan bonita,
Margarita,
tan bonita, como tú.

Una tarde, la princesa
vio una estrella aparecer;
la princesa era traviesa
y la quiso ir a coger.

La quería para hacerla
decorar un prendedor,
con un verso y una perla
y una pluma y una flor.

Las princesas primorosas
se parecen mucho a ti:
cortan lirios, cortan rosas,
cortan astros. Son así.

Pues se fue la niña bella,
bajo el cielo y sobre el mar,
a cortar la blanca estrella
que la hacía suspirar.

Y siguió camino arriba,
por la luna y más allá;
más lo malo es que ella iba
sin permiso de papá.

Cuando estuvo ya de vuelta
de los parques del Señor,
se miraba toda envuelta
en un dulce resplandor.

Y el rey dijo: —«¿Qué te has hecho?
te he buscado y no te hallé;
y ¿qué tienes en el pecho
que encendido se te ve?».

La princesa no mentía.
Y así, dijo la verdad:
—«Fui a cortar la estrella mía
a la azul inmensidad».

Y el rey clama: —«¿No te he dicho
que el azul no hay que cortar?.
¡Qué locura!, ¡Qué capricho!...
El Señor se va a enojar».

Y ella dice: —«No hubo intento;
yo me fui no sé por qué.
Por las olas por el viento
fui a la estrella y la corté».

Y el papá dice enojado:
—«Un castigo has de tener:
vuelve al cielo y lo robado
vas ahora a devolver».

La princesa se entristece
por su dulce flor de luz,
cuando entonces aparece
sonriendo el Buen Jesús.

Y así dice: —«En mis campiñas
esa rosa le ofrecí;
son mis flores de las niñas
que al soñar piensan en mí».

Viste el rey pompas brillantes,
y luego hace desfilar
cuatrocientos elefantes
a la orilla de la mar.

La princesita está bella,
pues ya tiene el prendedor
en que lucen, con la estrella,
verso, perla, pluma y flor.

         * * *
Margarita, está linda la mar,
y el viento
lleva esencia sutil de azahar:
tu aliento.

Ya que lejos de mí vas a estar,
guarda, niña, un gentil pensamiento
al que un día te quiso contar
un cuento.


http://www.poesi.as/index605.htm 


La oveja perdida
 Enrique Díez-Canedo

En el monte la oveja
quedó perdida,
- pobre ovejilla tierna -
y han salido los lobos
de su guarida.
En el monte la oveja
quedó perdida
- pobre ovejilla tierna -
y hay zarzas en el monte
llenas de espinas.
Por huir de los lobos
que sueltos andan
- pobre ovejilla tierna -
por huir de los lobos,
cayó en la zarza.
Por huir de la zarza
llena de espinas
- pobre ovejilla tierna -
en la boca del lobo

perdió la vida.


Mi pajarito
María A. Domínguez


Mi papá fue de viaje
y me trajo un pajarito
con su jaula pintada de verde
y cantando despacito.
Cuando pasaron dos días
mi pajarito sólo miraba
el cielo azul que veía
desde su jaula pintada.
Estaba triste , muy triste
y además ya no cantaba.
No sabía qué le pasaba
y le pregunté a papá.
Él solamente me dijo :
- ¡Ya se acostumbrará!
Pero yo fue a su lado
y abrí la puerta al momento
y hacia ese cielo azulado

mi pajarito voló contento.


La Tortuga
María A. Domínguez


Mi tortuga caminaba
muy despacio por el patio
se escondía entre las macetas
y yo la llamaba cantando.
Un día me dijo bajito
que se quería marchar,
que quería volver al río
a buscar a su mamá.
Ya calentaba el sol
aquella tarde de abril,
la llevamos hasta el río

y allí se quedó feliz.



Romancillo del manojito de cerezas
Isabel Escudero



Iban juntas las tres niñas
redonditas y pequeñas
y por eso las llamaban
manojito de cerezas.
Crecieron las tres iguales
en bondades y bellezas
y una hubo de casarse
por asuntos de una herencia.
El marido forastero
que venía de las Américas
a los tres días de la boda
se la llevaba a su tierra.
Quedaron las dos cuitadas
sumidas en la tristeza:
"Adiós, hermana querida,
que nos desgaja tu ausencia".
Ya las dos no comían
ya las dos adelgazaban
ya de noche, ya de día
¡Ay hermanita querida,
que nos consume tu falta!"
y más y más se consumen
las dos en una abrazadas.
Una noche de frío marzo
sacó sus garras el viento
y a una de las dos cerezas
se la llevó por los cielos.
Quédó solita la sola
que del manojo quedaba
y se ha asomado al espejo
por ver si se consolaba
y allí en el espejo ha visto
que no se veía nada

que no se veía nada.


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